viernes, 25 de enero de 2019

EL MONSTRUO AMARILLO

EL MONSTRUO DE LA ALEGRÍA
Hola, soy el monstruo amarillo. Estoy pasando unos días en el aula de 3 años para enseñar a los niños/as en que consiste la emoción de la alegría.

El primer día que llegué al cole, me escondí. Pero los niños/as pronto me descubrieron.

Todos se pusieron muy contentos al verme. Y aunque yo siempre estoy alegre, me sentí muy feliz por el recibimiento tan cariñoso de los niños/as de 3 años.


La seño me llevo a la Asamblea y allí empezamos a trabajar mi emoción, la alegría. Lo primero que hicimos fue llenar el bote amarillo de felicidad.






Seguidamente la maestra nos puso a bailar “El tren de la alegría”. De esta manera descubrimos que bailar nos produce alegría. 


Después nos volvimos a sentar en la Asamblea y vimos un vídeo muy interesante, “Cadena de sonrisas”.


 

Y entre todos/as decidimos crear una cadena, como la de la protagonista del cuento. Así que nos sentamos en nuestras sillas y  dibujamos una sonrisa que metimos en el “saco de las sonrisas”. 


 

Cuando terminamos todos/as de echar las sonrisas, nos dimos cuenta de una cosa, el saco no estaba lleno. Y pensamos que los papas y las mamas, nos podían ayudar.

Al día siguiente cada familia, trajo una sonrisa para echar en el saco.  


 

Nosotros para corresponder con este gesto tan bonito, quisimos continuar con nuestra cadena de sonrisas. Y dibujamos una sonrisa a nuestras familias, que le hicimos llegar a la salida.


¡Qué bonito es repartir alegría a los demás!

Yo pensé que ya había cumplido con mi misión en esta clase. Pero los niños/as me pidieron que me quedase un poquito más. Y yo como me lo estaba pasando tan bien, decidí quedarme unos días más y plantearles una actividad. 

La actividad consistía en traer de casa, un dibujo. En el dibujo tenían que expresar que cositas les producía felicidad. Al día siguiente, lo niños/as me enseñaron sus dibujos y me los explicaron.



Otro día, la seño nos puso un video, “La Luna está triste”. Los niños/as ya lo habían visto, pero yo no. Y la verdad es que me encanto. 




Cuando regresamos del patio, hicimos la relajación. Pero menuda sorpresa nos llevamos. La luna había venido a visitarnos y estaba muy contenta porque había recuperado su brillo. Fue un momento mágico que nos llenó de felicidad. 










Gracias a las estrellas de nuestro cole, la luna había vuelto a sonreír. Otra misión cumplida.





 

Ya he cumplido con mi misión en esta clase porque he conseguido traer la alegría, y fabricar un montón de sonrisas. Pero os voy a confesar un secreto: “me siento tan bien en este cole, que he decidido quedarme una larga temporada. No hay cosa que me haga más feliz que repartir mi alegría a los demás”.




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